Los humanos nos relacionamos con nuestro entorno, a través de los sentidos.  Los órganos de nuestro cuerpo captan impresiones, las cuales son transmitidas al cerebro y éste las convierte en sensaciones.

¿Y qué pasa si atraemos los sentidos de los colaboradores en la oficina? Resulta que los espacios de trabajo que aprovechan los intangibles —vista, olfato, oído, gusto y tacto— son espacios de trabajo mejor equipados para potenciar el bienestar del colaborador.

Estudios realizados en empresas, como  LinkedIn en Milán, Múnich, París y Madrid, en las que actúan los cinco sentidos, para mejorar el compromiso de los trabajadores, han demostrado que el diseño sensorial mejora el trabajo individual de concentración y aprendizaje. Así, que la pregunta que nos hacemos es ¿cómo logramos activar estos diseños sensoriales?

Son pequeños detalles que debemos tomar en cuenta, cómo el color de las paredes, los olores, las texturas de los materiales del mobiliario. Por ejemplo: si queremos que determinada área de la oficina sea destinada para relajarse y calmarse se recomienda pintar las paredes de color azul o verde.

La textura del mobiliario también influye en el bienestar de la persona, por ejemplo: una mesa de madera y estanterías de fragante de cedro en las que se conserva su textura de madera es recomendable para tener mejores niveles de concentración, ayudándonos a memorizar, aprender y recordar más palabras. En cambio, este ambiente, debido a que ayuda a la concentración no es recomendable si queremos resolver problemas en grupo, acá se recomienda, un área con imágenes de distintos colores y texturas, ya que activan y estimulan más la imaginación.

Cómo podemos ver, a la hora de decorar nuestros espacios de trabajo es muy importante tomar en cuenta cómo atraemos los sentidos sensoriales, para que el diseño sensorial de las habitaciones se ajuste lo mejor posible a las tareas que se desarrollarían en ellas.